Mis condiciones sexo-afectivas
El amor incondicional NO existe
“Si de verdad me ama lo hará por mí, cueste lo que cueste”
En nuestra sociedad no hay nadie a quién le pidamos más que a nuestras parejas. Que satisfagan nuestras necesidades románticas, sexuales, económicas, sociales…
No hay vínculo más idealizado que el de pareja, esa persona que todo lo puede, que todo te lo debe dar (y lo debe querer dar). Dos humanos entrelazados en una posición de entrega absoluta, con todos los peligros que esto implica.
Al mito del amor romántico lo tenemos todos bien metido en nuestras cabezas (proyectos, sueños, expectativas), creyendo que vamos a encontrar a alguien que nos amará incondicionalmente por el resto de nuestras vidas, sin importar qué.
¿Esto realmente existe? un “¿Sin importar?”
¿De dónde salió esta incondicionalidad?
¿Qué pasa si construimos sin poner límites certeros?
Una relación sexoafectiva no ligada a expectativas, a límites, ni condiciones, donde no importa lo que haga la otra persona, se tiene que estar para el otro pase lo que pase.
Y el amor no es esto. El amor sólo puede construirse con límites bien impuestos por cada una de las partes.
Las relaciones sexoafectivas en las que nos embarcamos necesitan de cuidados, de responsabilidad mutua, que no se pueden respetar si no sabemos hasta dónde llega la otra persona. Qué está dispuesto uno a dar y a hacer por la persona que ama sin perder vista el amor propio.
Recuerda, la libertad de uno termina en donde empieza la del otro. Establece tus condiciones sexoafectivas.
Foto de Michael Dziedzic en Unsplash