¿Existe el “es sólo sexo”?
¿Qué entrego cuando me desnudo ante un otro? ¿un otro que me mira, que me toca, que me huele, que se entrega?
¿Qué nos sucede en esta doble entrega? Una en donde yo me entrego a alguien y alguien se entrega a mí; una donde se desnudan no solo los cuerpos, sino las fantasías, las experiencias, las expectativas, los recuerdos de cada parte…
El sexo es un encuentro con un otro. Un momento en donde se despiertan emociones intensas -quizás fugaces o duraderas- pero tan reales como el rush de dopamina, oxitocina y serotonina que sentimos en nuestro cuerpo y nos pone la piel sensible.
El sexo nunca es “solo sexo”. Con esto no nos referimos a que no existan los polvos de una noche, pero sí a que es muy valioso reconocer todo lo que el sexo nos mueve. Nos mueve química, nos mueve física, nos mueve conexión, nos mueve emociones, nos mueve y algo que nos moviliza de forma tan enérgica no puede ser “solo” sexo.
Hay siempre algo de mi que queda en la otra persona, como siempre queda algo de ese otro en mi. Se conjugan nuestras vivencias, y con ello nuestra identidad sexual se amplía, se reconstruye, siempre con un otro. Hay una parte mía que se queda ahí con el otro después del encuentro, y una parte del otro que se queda conmigo. Se entrelaza algo que no se puede deshacer. Ahí algo en mi cambia, evoluciona, se reconstruye. Mis gustos, mis experiencias, mis futuras expectativas, miedos e intereses nunca serán los mismos luego de ese encuentro. Nos hacemos a nosotrxs mismxs entre encuentros, reencuentros y desencuentros.
En Bendita Naranja queremos reivindicar la visión tan reduccionista del sexo: ampliémoslo, reconozcámoslo y disfrutémoslo, incluso cuando pareciera que se trata “solo de sexo”, porque sabemos que siempre se esconde algo más detrás de él.
Foto: Foto de ian dooley en Unsplash